La Fundación por la Calidad y la Participación es una organización no gubernamental, sin fines de lucro, independiente y pluralista, integrada por profesionales de diversas disciplinas, creada en 1990 con el fin de fortalecer la capacidad de gestión en las instituciones públicas y privadas, en sus diversos estamentos, en el ámbito nacional y local. Su misión es trabajar en pro del mejoramiento de la Calidad de Vida de la gente en todas sus formas cotidianas, mediante la capacitación y aplicación de los principios de la Gestión Social de Calidad. Tiene su origen en los esfuerzos que dirigentes gremiales empresarios y profesionales desarrollaron para impulsar la capacitación de varios grupos de empresarios en los conceptos de calidad, promoviendo su aplicación en todos los ámbitos sociales con el fin de mejorar la Calidad de Vida. Esto significa mejorar el trato entre la gente, el respeto mutuo y la consideración hacia el otro; la eficiente administración de las oficinas de servicios para facilitar los trámites públicos; el asesoramiento para la generación de emprendimientos en el ámbito productivo y el desarrollo local en el área comunal.
¿Qué hacemos?
Una de las características permanentes de la sociedad contemporánea es el cambio. Cambia la cosmovisión, cambian los paradigmas, cambian las reglas de juego, cambian las demandas de las personas y de la sociedad, cambia la situación internacional, cambia el rol de los agentes permanentes y surgen nuevos actores sociales, cambian los medios tecnológicos de comunicación, provocando aprendizajes sin fronteras y transformaciones que indudablemente no son ajenas a la educación. En este marco, la escuela se ve invadida por las demandas del contexto y sufre un hiperdesarrollo de exigencias que prácticamente obstaculizan su texto (su tarea) de facilitar el aprendizaje para que los alumnos enfrenten efectivamente los requerimientos de la comunidad de pertenencia. A pesar de todas las críticas y los avatares sociales, la comunidad continúa exigiendo a la escuela el cumplimiento de su tarea central: la facilitación del desarrollo de competencias de sus alumnos. Paradójicamente no podemos dejar de comprender que en las últimas décadas se le reclamó su responsabilidad por la carencia alimentaria, por el menoscabo de la salud, por el incremento de la violencia, el aumento de prácticas adicctivas desde temprana edad, el deterioro de las relaciones humanas, etc. No resultaría válido creer que a partir de una renovación del enfoque de gestión y de enseñanza en forma coherente se logre la solución automática de los problemas sociales. Pero sí parece sensato plantear la hipótesis de que el mejoramiento de las prácticas de aprendizaje, unido a un firme propósito de reflexionar sobre la realidad para mejorarla progresivamente, permitirá encarar los problemas de un modo más efectivo y, por consiguiente, más solidario y participativo. Desde el año pasado 10 escuelas de gestión estatal decidieron abordar los problemas sociales en el aula, focalizando su mirada en la necesidad de que la escuela recupere su texto, pero en contexto.